El polémico centrocampista Felipe Melo, de 35 años, curtido en mil batallas, cometió una fea y temeraria entrada sobre Víctor Cáceres al clavarle los tacos en la tibia en el partido ante Cerro Porteño de este jueves en Brasil por los octavos de final de la Copa Libertadores.
El árbitro argentino Germán Delfino le mostró en un primer momento la tarjeta amarilla, pero al ver la marca en la pierna del jugador, cambió de opinión y le mostró el cartón rojo.
Melo no se lo creía, pero la expulsión fue justa para el jugador del Campeonato Brasileño con más amarillas y que puso en riesgo la clasificación de Palmeiras en el torneo continental.
En el pasado, más precisamente en el 2015, Melo tuvo fuertes declaraciones en una entrevista a la televisión italiana Sky Sport, en la que evocó sus difíciles comienzos como jugador de fútbol profesional.
“Si no hubiera sido futbolista, habría sido un asesino”, confesó el brasileño, y agregó: “vivía en una de las favelas más peligrosas y allí había drogas y armas. Dejé aquella vida para perseguir mi sueño. A veces iba al entrenamiento y a la vuelta alguno de mis amigos había muerto. Tenía que decir sí al fútbol o a una mala vida. Y le dije que sí al fútbol y a una vida diferente”.
“Cuando conocí a mi esposa nació otro Felipe Melo. En Gremio me gastaba siempre todo el sueldo y llevaba una vida extraña. He tenido tres hijos con ella y con mi familia he conquistado todo lo que tengo ahora. Después de Dios, ellos son lo más importante. Se dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, y yo digo que la mujer siempre está al lado”, sentenció.