Cuando el estadio se quedó a oscuras, el marcador señalaba un empate a cero y el holandés de los “diablos rojos” Robin Van Persie se disponía a lanzar un córner.
Tras unos minutos sin luz, con los flashes de las cámaras de los aficionados como únicos destellos en las gradas de Craven Cottage, el árbitro envió a los jugadores al vestuario, donde estuvieron apenas cinco minutos, hasta que la luz artificial volvió a funcionar y pudieron disputarse los últimos tres minutos de la primera parte.
Cuando el encuentro se suspendió, el Manchester United había dominado el juego y había disparado en tres ocasiones a puerta, por una el Fulham, pero no había logrado ponerse por delante en el marcador. EFE