12 dic. 2024

Socavaron nuestra esencia

Soy parte de una generación que se acostumbró a ver varios Mundiales sin la participación de nuestra gloriosa Albirroja y también soy testigo orgulloso, de cuatro participaciones consecutivas (1998-2002-2006-2010). Pero ahora estoy realmente preocupado por la actualidad y sobre todo por el futuro de nuestro fútbol. Pasó el Mundial 2014 sin la participación de Paraguay y ahora nos alistamos para ver Rusia 2018, por TV.

POR VÍCTOR SOSTOA - TWITTER: @VICSOSTOA

Muchos apuntan a buscar culpables individuales (Tata Martino, por no renunciar antes de la Copa América de Argentina, por no dejar un legado en las bases, otros van por Chiqui Arce, al que acusan de ser el General de dos fracasos. Estuvo en el inicio de las Eliminatorias 2014 y tomó en la quinta fecha la del 2018), otros señalan errores colectivos, y en ese sentido, encuadran a los directivos.

Quizás existan equivocaciones individuales y colectivas, pero el problema podría ser más grave y este paciente ya sería víctima de una metástasis futbolística.

El fútbol, como toda actividad en la vida, también tiene su proceso de evolución, de globalización y el nuestro está pagando un alto precio por esta inevitable metamorfosis.

En la mutación que sufre el fútbol mundial, existen factores que conspiran directamente contra nuestra esencia futbolística. Desde el cambio de reglas, hasta las características de los jugadores que son utilizados por clubes y selecciones de élite, que finalmente son los que imponen las tendencias, sustentados por el poder económico en el que conviven.


CAMBIOS DE REGLAS. Antes, el fútbol paraguayo había sido ponderado por ser rudo (a veces, violento), aguerrido, sacrificado. La cultura de que en la primera falta el árbitro no te amonestará, que el agarrón en las áreas no se cobran, eran argumentos que utilizaban los nuestros y sacaban ventajas. Éramos los expertos en simular y hacer pasar minutos sin jugar. Todo eso fue desterrado y de alguna manera fuimos debilitados.

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Francisco Arce peleando una pelota en el Mundial de Francia 98. Foto: Última Hora

No digo que debamos recurrir de vuelta a ese tipo de acciones, sino que debemos recuperar parte de nuestra esencia. Nuestra garra no puede estar ausente. Me encantan los ligeritos, pero me emocionan los que se barren y dejan el alma por una pelota. Prefiero perder batallando como los Chilavert, Arce, Gamarra, Ayala y otros, que cayeron ante Francia en 1998, que perder en el intento de parecernos al Barcelona o PSG.

LA GLOBALIZACIÓN. Tiene un impacto favorable en lo económico para todos, incluso para nosotros, que hoy producimos futbolistas acordes con las necesidades de los compradores y no que se amolden a nuestra ideología de juego.

La Messimanía hizo que hoy los preferidos, sean los ligeritos. Desde la Asociación Paraguaya de Fútbol, debería bajar una línea de conducta a seguir, con sentido de sugerencia y que sea ejecutada por los clubes.

No puede ser que hoy nuestros clubes contraten defensores colombianos (sin ánimo de ser peyorativo), siendo que nosotros éramos los mayores fabricantes de este tipo de jugadores. En Argentina y Brasil, se cotizan mejor los defensores cafeteros. Incluso vendieron a Yerry Mina al Barcelona. 20 años atrás, los colombianos se nutrían de defensores paraguayos, nos envidiaban por poseer jugadores de esas características. Virtud de ellos, fue detectar el déficit que tenían y se abocaron a reclutar primero chicos con buena estatura y después lo metían en laboratorios y los transformaban en expeditivos, enérgicos y atropelladores defensores. Fusión perfecta para el fútbol exquisito que ya poseían. Colombia estuvo en Brasil, va a Rusia, no por casualidad, sino por causalidad.

Recuperemos nuestra esencia. La Albirroja tiene que volver a ser pujante, ofensiva y veloz.

Ser fuertes y enérgicos en la tarea de contención, no es sinónimo de inferioridad.