Un gol que exhibió sus virtudes con una carrera imparable en la que dejó atrás a Marc Bartra y tumbó al eterno enemigo, el Barcelona, para dar al Real Madrid en Mestalla la Copa del Rey con un triunfo por 2-1.
El 16 de abril de 2014 Bale saboreó una de sus noches más felices en un periplo repleto de altibajos en el Real Madrid. Quedaban cinco minutos para la conclusión de una final encaminada a la prórroga, un nuevo capítulo de máxima rivalidad en un clásico que siempre deja heridos. Una perdida en ataque, por el flanco derecho de Dani Álves, permitió al Real Madrid armar un contragolpe letal.
No le pesaron las piernas a Bale y los minutos de tensión. Recibió un pase al espacio del portugués Fabio Coentrao, pegado a la línea de cal, y partiendo de su propio terreno en su banda natural, la izquierda, lanzó una carrera en la que se reivindicó como uno de los jugadores más veloces del planeta.
Bartra, que había firmado el empate con un magnífico testarazo tras un saque de esquina medido de Xavi Hernández ante el que no sirvió de nada el vuelo de Iker Casillas, no encontró la forma de poner freno al galés.
Acudió al corte con ventaja, intentó frenarle metiendo el cuerpo, lo que provocó que Bale arquease su carrera e incluso se saliese del terreno de juego. Nada impidió que su punta de velocidad dejase atrás al central y pillase desprotegido a un Barcelona que estaba en fase de ataque y en segundos vio cómo la final se le escapaba.
Cuando Bartra tuvo al alcance a Bale ya solo podía cometer penalti y el galés superó con un toque sutil de balón la salida desesperada de Pinto. El Real Madrid firmó su decimonoveno título copero, entrenado por Carlo Ancelotti y con dos de sus estrellas dando saltos de alegría en la grada con traje y corbata: Cristiano Ronaldo y Marcelo.
El proyecto del ‘Tata’ Martino, técnico entonces del Barcelona, quedaba herido de muerte. El equipo azulgrana vivió una semana trágica en la que se despidió de las tres competiciones tras derrotas ante Atlético de Madrid en la Liga de Campeones y Granada en Liga.
Un agujero en defensa sin Carles Puyol ni Gerard Piqúe. Leo Messi, sin brillo en Mestalla en un partido en el que estuvo acompañado de jugadores del nivel de Andrés Iniesta, Cesc Fábregas y Neymar en la creación del juego ofensivo.
Carlo Ancelotti salió vencedor con un sistema de ayudas y un gran desgaste defensivo de Ángel Di María, que abrió la final con un tanto con la zurda también al contraataque, e Isco Alarcón para apoyar las labores en el centro del campo de Xabi Alonso y Luka Modric.
Conquistó el técnico italiano su primer título sorprendiendo a Martino con su sistema, cambiando a cuatro centrocampistas y dando libertad de movimiento a Bale, que fue decisivo.
En el mismo escenario donde el Real Madrid le había ganado otra final de Copa del Rey al Barcelona en 2011, gracias a un salto prodigioso de Cristiano Ronaldo en la prórroga y su testarazo imparable, el madridismo vivió otra gran alegría en una de las grandes noches de Bale.