La tentación de reducir el Francia-Polonia a un choque entre Robert Lewandowski y Kylian Mbappé es comprensible dada la influencia que ambos tienen en sus selecciones, que este domingo buscarán los cuartos de final en el Mundial de Qatar.
Pero las cosas son más complejas. Polonia ha visto cómo el braugrana solo ha conseguido una diana, mientras que su guardameta, Wojciech Szczesny, acumula 90 % de paradas, dos penaltis detenidos, un gran porcentaje de la responsabilidad de que su selección superara la fase de grupos 36 años después.
Y la maquinaria de Francia, que afronta un duelo del KO por vez primera en un Mundial como campeona del mundo, tiene a Mbappé como principal estilete, pero carbura con la gasolina que le está poniendo Antoine Griezmann, el hombre que más ocasiones de gol ha creado en lo que va de Mundial.
Mbappé va lanzado a convertirse en el protagonista de la competición, determinado a conducir a su nación a ser la primera en renovar el título desde que lo hiciera Brasil en 1962 y colocarse así, con solo 23 años, en la senda de su admirado Pelé.
Suma ya tres tantos, pero el jugador está al frente de un equipo armado hasta los dientes, que hace difícil resumir sus valores a un solo nombre, por mucho que sea el del futbolista de moda, capaz de cambiarle la cara a cualquier selección, como demostró hace tres días frente a Túnez.
Las lesiones no han desviado a Francia de su ruta y Didier Deschamps ha conseguido, pese a las bajas, aunque sean de renombre, levantar un edificio sólido con el que postularse como claro favorito con una mezcla de la experiencia acumulada en 2018 aderezada con toques de juventud.
Así ha superado de forma plácida la primera fase, con dos victorias ante Australia y Dinamarca cargadas de convicción y brillo y un asueto contra Túnez, ya con los deberes hechos, que sirve más para romper estadísticas que para sacar conclusiones.
Como un Mundial es un examen permanente, Francia deberá ahora demostrar que el descanso de sus titulares les otorga más frescura ante la nueva prueba, esta vez sin paracaídas porque la derrota ya no tiene apelación.
EXPERIENCIA Y JUVENTUD
El seleccionador, adepto de la estabilidad, volverá a recurrir al esqueleto que le ha traído hasta aquí, con una defensa joven, un centro del campo inexperto y una delantera explosiva.
¿Servirá la receta? Deschamps cree que sí, porque replica a quienes le acusan de la falta de rodaje de sus dos líneas traseras que todos sus componentes están bregados en grandes clubes, habituados a la alta competición, lo que debería servir para afrontar este reto.
Jules Koundé, Dayot Upamecano, Theo Hernandez, Adrien Rabiot o Aurelien Tchouaméni deben seguir la rueda de los Raphael Varane (duda por sus problemas físicos), Griezmann, Mbappé y Olivier Giroud, que postula a convertirse en el máximo goleador de la historia del país.
En la simbiosis, piensa el seleccionador, hay que encontrar la virtud. No ahora, que es demasiado pronto. Deschamps sabe que la mezcla tiene que ir progresando para que en la final dé sus mejores frutos.
Esa es la baza de Polonia, hacer estallar en vuelo el meteorito francés antes de que entre en velocidad de crucero, el reto de los hombres de Czeslaw Michniewicz, que busca la sorpresa que dé a su proyecto la legitimidad que no está encontrado.
ESPERANDO A LEWANDOWSKI
El seleccionador polaco está siendo masacrado por las críticas en su país y en esa rabia busca espolear a un equipo que solo ha logrado cinco remates en lo que va de Mundial, tres de ellos de Lewandowski, la mayoría durante el partido contra Arabia Saudí en el que cimentaron su pase a octavos.
A la espera de que la estrella rompa el maleficio que tiene en los Mundiales, donde solo ha anotado un gol en seis partidos, indigno de sus estadísticas, agazapado en una selección obligada a defender.
Ahí reside su fortaleza. Una zaga de hierro puesta en marcha por el técnico, que se ocupó del equipo en enero pasado tras la espantada del portugués Paulo Sosa, y una fe ciega en la puntería de su estrella, que por ahora no ha encontrado su reputada eficiencia.
¿Suficiente para batir a la campeona? No, si uno lee los periódicos polacos o escucha a antiguas estrellas como Michal Zewlakow o Jerzy Dudek, que consideraron la prestación contra Argentina como “la peor de todo el Mundial”.
Pero vestirse con piel de cordero ha sido muchas veces en la historia una estrategia y Polonia, que nunca ha perdido contra una defensora del título, prefiere permanecer agazapada y confía en el zarpazo de Lewandowski.