‘Monsieur Dakar’ no dejó el más mínimo resquicio a la sorpresa porque la ventaja que tenía sobre el catarí Nasser Al-Attiyah (Toyota) era demasiado grande como para dejar escapar su octava victoria en coches.
La tercera victoria de etapa de Carlos Sainz en la presente edición del rally fue otra alegría para su equipo, ya que también acaba en el podio final, tercero, con Al Attiyah en el segundo escalón.
Peterhansel hizo honor a su apodo y fue el piloto que mejor se adaptó a las duras condiciones de la carrera saudí, donde la navegación alcanzó un mayor protagonismo que en otras ediciones.
La dureza del recorrido hizo que la velocidad pasara a un plano inferior y que la adaptación a las características de cada etapa fuera fundamental. Ahí apareció la experiencia de un Peterhansel que, esta vez con nuevo copiloto, Edouard Boulanger, para dominar con mano de hierro la 43 edición de la carrera del desierto por antonomasia.
Sainz luchó contra el Dakar y contra las adversidades. Demasiadas averías, demasiados pinchazos y también demasiados errores de navegación. El español quizá demostró ser el más rápido, pero este Dakar primó otros aspectos.
Aún así tres victorias de etapa y un puesto en el podio no es mal bagaje.
Al-Attiyah, que abrió pista en la última etapa, lo intentó hasta el final, pero Peterhansel no le concedió la más mínima posibilidad, corriendo cuando fue necesario y levantando el pie en los momentos que había que hacerlo.
Es lo que hizo ‘Monsieur Dakar’ en la última etapa, no arriesgar y dejar que su ventaja y experiencia hicieran el resto para alcanzar su decimocuarto título en treinta años, 6 en motos de 1991 a 1998 con Yamaha y 8 en coches con Mitsubishi (2004, 05 y 07), con Mini (2012 y 13), con Peugeot (2016 y 17) y otra vez con Mini en la presente edición.