Entonces fue la rotura de una vértebra en el duelo de cuarto contra Colombia y la canarinha lo sintió tanto que cayó con estrépito ante Alemania (1-7) y luego contra Holanda por el tercer puesto (0-3).
En esta ocasión ha sido una fisura en el quinto metatarso de su pie derecho que, tras una larga dilación, le llevará a finales de semana a un quirófano de Brasil y le mantendrá de seis a ocho semanas ausente de los terrenos.
Tras el 3-1 de la ida en el Bernabeu, Neymar no podrá contribuir a la remontada que precisa su equipo en el Parque de los Príncipes para seguir adelante en Europa y salvar una temporada en la que todo el objetivo del club está puesto en Europa.
Ni recuperar el campeonato doméstico, tras haberlo cedido el año pasado al Mónaco, ni las dos Copas locales servirán para justificar la multimillonaria inversión del propietario catarí, que gastó 400 millones de euros en fichajes, 222 de ellos en Neymar, para conquistar la Liga de Campeones.
El brasileño no acudirá a la cita decisiva, el desenlace de una eliminatoria presentada desde que les emparejó el sorteo como una final antes de la final.
Para el PSG era la oportunidad de destronar al campeón y mostrar al continente que su descarada apuesta, que incluso puso en peligro su equilibrio financiero y le puso bajo la lupa de la UEFA, le convertía en un claro candidato al título.
El camino queda comprometido por la mala segunda mitad del Bernabeu, cuando los blancos les remontaron el gol inicial de Adrian Rabiot, y por la ausencia de su máxima estrella.
La baja de Neymar tendrá consecuencias en el plano psicológico y en el deportivo. El brasileño es el jugador más decisivo de su equipo, con 19 goles y 13 asistencias en sus 20 partidos de liga y seis tantos y cuatro pases decisivos en siete duelos europeos.
Sin completar un gran partido en Madrid, fue el más desequilibrante de su equipo, el único que demostró que puede elevar el nivel del PSG.
Mentalmente, el equipo francés se ve privado del futbolista que fichó para entrar en una nueva dimensión. Considerado el heredero natural de la era dominada por Messi y Cristiano Ronaldo, el PSG se hacía con un futbolista entre los tres mejores del planeta.
Desde su llegada a las orillas del Sena, Neymar no ha dudado en comportarse como un líder, dentro y fuera del césped. Mostró sus galones frente al uruguayo Edinson Cavani para determinar la identidad de los lanzadores de penaltis y de sus votas salieron los mejores minutos del equipo de Unai Emery.
El PSG comenzó a moverse al ritmo del brasileño, de sus estados de ánimo, de cada vibración de su aura. Sus cabreos, sus llantos en la zona mixta, sus fiestas de cumpleaños y sus mensajes en las redes sociales marcaron la vida del PSG, eclipsado tras su estrella.
Con el respaldo de la directiva, Neymar fagocitó al PSG antes de que una lesión le obligara a dejarle huérfano en el momento más decisivo.
A sus 26 años, el prodigio del fútbol ve pasar de nuevo una oportunidad de crear su leyenda. Su juventud le auguran otras en el futuro, aunque esa paciencia contraste con la prisa de los propietarios cataríes del PSG por crecer en Europa. EFE