Cristiano Ronaldo no pudo presenciar desde el césped el homenaje que le brindó ante el Galatasaray su público, ansioso por ver a su jugador franquicia alzar un Balón de Oro que el madridismo reclamó mostrando 45.000 caretas con el rostro del futbolista portugués.
También lució en el fondo norte un pancarta gigante confeccionada por dos peñas, La Clásica y Barajas, que adornaron el estadio merengue con un mensaje claro: “Balón de CristianOROnaldo”.
Nunca antes la hinchada blanca se había pronunciado de una manera tan abierta sobre un premio que no logra un jugador del Real Madrid desde 1959, cuando Alfredo Di Stéfano consiguió el título después de completar un curso completo en las filas del cuadro de Chamartín.
Después, otros consiguieron ese cetro. El portugués Luis Figo, el brasileño Ronaldo Nazario y el italiano Fabio Cannavaro. Los tres, en 2000, 2002 y 2006, respectivamente, recogieron el galardón mientras estaban en las filas del Real Madrid. Sin embargo, una gran parte de la temporada en la que brillaron para ganar el Balón de Oro la hicieron en otros clubes como Barcelona, Inter y Juventus.
Tal vez por eso, 54 años después del título que consiguió Di Stéfano, el Real Madrid se ha implicado más que nunca para que uno de los suyos vuelva a lucir un premio que sea blanco al cien por cien. Ni siquiera Raúl González, cuando en 2001 quedó segundo por detrás del inglés Michael Owen, disfrutó de un apoyo tan brutal por parte de los seguidores madridistas.
Es el efecto que ha logrado Cristiano, casi descartado de las quinielas antes de que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, fuera grabado durante una conferencia en la universidad de Oxford. En ella, reconoció ser admirador de Lionel Messi e imitó cómicamente los movimientos del portugués, al que llamó “comandante”.
Aquel día se despertó la corriente a favor de Cristiano. Blatter, sin quererlo, relanzó la candidatura de un jugador que parecía destinado a ser segundo por detrás de Franck Ribery. El media punta francés del Bayern de Múnich lo ganó todo la temporada pasada (Liga de Campeones, Bundesliga, Supercopa de Europa y Copa de Alemania) y, como él mismo declaró, ya tenía un hueco reservado en su estantería para el Balón de Oro.
Casi descartado Messi, tal vez el mejor jugador del mundo y puede que uno de los mejores de la historia, pero marcado por un final de curso errático por las lesiones y un inicio desafortunado que ha culminado con su presencia en la enfermería hasta enero, parecía que sólo dos jugadores iban a competir. Y, de los dos, Ribery era el gran favorito.
El “comandante” Cristiano hizo tres goles al Sevilla y a la Real Sociedad, dos al Rayo Vallecano, uno al Juventus, otro al Almería y cuatro con Portugal frente a Suecia en la repesca para el Mundial. En total, catorce dianas en siete partidos. Una barbaridad.
Hasta pasado viernes tendrán tiempo para votar por el próximo balón de oro. La suerte ya no estaba echada para Ribery, que no deja de postularse como ganador en sus declaraciones. “Ronaldo marca más goles, pero yo incendio las defensas”, declaró al diario francés Le Monde.
En un año natural, el francés ha anotado 19 goles. Para no ser delantero, es una gran cifra. Messi ha conseguido 45 y Cristiano lleva 67. El jugador franquicia del Real Madrid ha sido el mejor individualmente, pero no ha ganado títulos. Para lograr el Balón de Oro no hay reglas escritas. Unos premian al colectivo. Otros, simplemente al mejor. También se vota a los amigos o compatriotas.
Pero lo que está claro es que este miércoles el Bernabéu se posicionó con claridad a favor de su jugador. Cristiano no estuvo en el campo, pero sí tuvo presencia en la grada gracias a 45.000 caretas. Si gana podrán ser rememoradas como las 45.000 máscaras que exigían un Balón de Oro. Si pierde, a lo mejor todo se recordará como una mascarada. La solución, el próximo 13 de enero en Zúrich. EFE