Como hizo Sudáfrica con el Mundial de Fútbol de 2010, que cambió la cara urbana del país, Brasil podría aprovechar su Copa del Mundo de 2014 para mejorar sus ciudades, dijo la diseñadora sudafricana Zahira Asmal en una entrevista con Efe.
Asmal, que ha trabajado con arquitectos tan reputados como el británico David Adjaye, es la editora del libro “Reflexiones y oportunidades: diseño, ciudades y la Copa del Mundo”, presentado esta semana en Johannesburgo.
La obra recopila las recetas del éxito de Sudáfrica que pueden ser válidas para Brasil de cara a enriquecer sus espacios urbanos, según la autora, cuyos trabajos se han publicado en países como el Reino Unido, España, Sudáfrica, Portugal, Italia o Japón.
La publicación parte del análisis de las transformaciones que experimentó Sudáfrica gracias a la organización de la Copa del Mundo de Fútbol de 2010, para convertir ese torneo de relevancia internacional en un acontecimiento más allá de lo deportivo.
La mejora de infraestructuras y la revitalización de Soweto, antiguo gueto negro de Johannesburgo, gracias al estadio donde se jugó la final del Mundial, que ganó España, son algunas de las experiencias que, según Asmal, pueden servir para que el gigante sudamericano cambie sus ciudades para siempre.
“Brasil y Sudáfrica, pese a que son muy distintas, tienen algo en común: las favelas y los “townships” (asentamientos improvisados) y su separación de las zonas de clase media”, explicó la diseñadora, que visitó el país latinoamericano para conocer de primera mano sus ciudades y los proyectos de la Copa del Mundo de Fútbol.
“Sudáfrica -explicó- ha sido un país segregado, pero la Copa del Mundo nos sirvió para acercarnos como nación y hacer nuestras ciudades más integradoras y democráticas gracias al diseño y los proyectos del Mundial”.
En Johannesburgo, recordó la autora, la construcción del estadio Soccer City en Soweto, supuso también la remodelación de una zona deprimida que hoy se encuentra entre las más visitadas del país por los turistas.
“Johannesburgo -señaló- es una ciudad sin un centro, pero gracias al Mundial se ha comenzado a rehabilitar el distrito financiero, abandonado tras el apartheid, y los nuevos trenes e infraestructuras han empezado a crear espacios de convivencia y la inclusión de una parte de la población marginada durante décadas”.
El libro, que también ha llegado a las librerías de Brasil, está escrito en inglés y portugués, y cuenta con la participación de arquitectos, urbanistas y diseñadores.
Además, el volumen está ilustrado con las fotografías de David Goldblatt, uno de los principales cronistas gráficos del apartheid, el sistema de segregación racial ideado por la minoría blanca que imperó durante cuatro décadas, hasta 1994, en Sudáfrica.
“Es complicado decirles a los brasileños que pueden aprender algo de África, pero creo que es beneficioso que vean nuestras experiencias y que la Copa del Mundo no se trata sólo de estadios”, indicó Asmal.
El Gobierno de Sudáfrica invirtió más de 2.650 millones de euros, de los que cerca de 935 millones fueron a parar a la construcción de instalaciones deportivas y la remodelación de espacios urbanos.
Asmal, directora de la compañía Designing South Africa, lamentó que el Gobierno brasileño no esté aprovechando, a su juicio, las posibilidades de transformación que ofrece un evento deportivo de tal magnitud.
“La principal lección que podemos darle a los brasileños es que sientan la Copa del Mundo como suya, que sientan que es una forma de decir al mundo: esto somos nosotros. No he visto esa ilusión en Brasil”, aseguró la diseñadora sudafricana.
Además, concluyó Asmal, “no hay un proyecto de diseño de ciudades, ni de creación de espacios de encuentro e identidad nacional. Pero aún están a tiempo...”. EFE