No hay margen de error. Ni ahora, en cuartos, ni en semifinales, como jamás lo ha habido en la final. A un partido. Si ganas, pasas; si pierdes, te vas a casa sin consuelo posible, más aún en un equipo con tantas expectativas como el Atlético, cuya realidad no permite ni concesiones ni admite sentimientos de favorito contra ningún oponente. No es más que nadie, seguro. Quizá tampoco menos.
Es la perspectiva desde la que enfoca de nuevo a la Liga de Campeones, a la que llega con la agitación que provocaron los dos positivos por Covid-19 del domingo de Ángel Correa y Sime Vrsaljko, bajas para el encuentro y aislados en sus respectivos domicilios.
El resto de la plantilla dio negativo en las pruebas PCR del mismo domingo, cuyos resultados se conocieron el lunes, y el martes, un día más tarde de lo previsto, viajaron a Lisboa, donde este miércoles serán sometidos a un último test para el duelo del jueves. Los resultados, según el protocolo de la UEFA, deben ser entregados como muy tarde seis horas antes del inicio del encuentro.
No hay competición que despierte más ambición en el Atlético que la Champions. La deuda de Bruselas, en 1974, cuando un equipo magnífico de futbolistas entonces, hoy leyendas, se sintió capaz de todo en Europa, cuando un golazo de Luis Aragonés puso en jaque al poderoso Bayern Múnich y cuando Hans Georg Schwarzenbeck lo frustró todo en el último instante de la prórroga (en el desempate un día más tarde perdió 4-0), es ahora mucho más que eso: es una obsesión.
Por Lisboa, en 2014. Y por Milán, en 2016. Por haberlo tenido tan cerca. En el estadio del Benfica la tuvo ganada hasta el minuto 93, hasta el 1-1 de Sergio Ramos (la prórroga terminó luego 4-1); en San Siro la compitió hasta el último penalti y sintió la derrota final, por lo menos Simeone, como un “fracaso”.
En tal punto está la exigencia del equipo rojiblanco, encaramado de nuevo para promover el salto más grande de su historia. Si pierde está el abismo de la decepción. Si gana los tres partidos volará hasta donde muy pocos han alcanzado. Y menos aún en el fútbol moderno.
Sin el título final, no habrá valido de nada su hazaña de Anfield del pasado marzo. Por entonces tampoco se percibía un Atlético tan fuerte como ahora. Sí se intuía un crecimiento, que no ha sido concluyente al completo hasta la vuelta del parón, con datos irrebatibles que refuerzan al equipo, invicto en sus últimos 18 partidos de competición oficial desde el pasado 1 de febrero.
En Liverpool surgió el fenómeno Marcos Llorente, consolidado ya como una desbordante realidad ofensiva, seguramente la más rotunda del actual Atlético. Ha sido un elemento esencial en 11 de los últimos 22 goles de su equipo, que ha encontrado en la transformación ofensiva del medio centro mucho más que un recurso, hasta tal punto que su titularidad es ya prácticamente indiscutible.
Por delante de Joao Félix o Álvaro Morata, suplentes en un partido tan definitivo, y al lado de Diego Costa, pendiente aún de una reivindicación mucho más contundente que su simple mejoría desde la reanudación de la actividad. La necesita él y le necesita el Atlético, con sólo una duda en el once en el lateral derecho entre Kieran Trippier o Santiago Arias, con el inglés más probable.
El resto de posiciones está claro: el portero Jan Oblak; los centrales Stefan Savic y José María Giménez; el lateral izquierdo Renan Lodi; y los centrocampistas Koke Resurrección, Héctor Herrera, Saúl Ñíguez y Yannick Carrasco, de derecha a izquierda.
Además de las bajas de Ángel Correa y Sime Vrsaljko, Simeone también mantiene la seria duda de Thomas Partey, que ultima su recuperación de la lesión muscular sufrida el pasado 19 de julio en la última jornada de LaLiga Santander contra la Real Sociedad.
Ante él, una confrontación de estilos indudable, diferenciados de forma evidente, entre el Atlético de Simeone y el Leipzig, un adversario de perfil netamente ofensivo. Uno entiende la construcción de las victorias y los equipos desde la defensa; otro apuesta por el ataque para trazar el camino hacia la misma meta.
“Es el partido más importante de la historia” para el Leipzig, que lo prepara como tal. Desde el pasado sábado está en Portugal.
Que la historia del club sea joven no importa. Tiene la oportunidad de meterse en semifinales de la Liga de Campeones; un hecho que agrandaría el vertiginoso ascenso que ha tenido el equipo desde que se fundó en las categorías inferiores.
El conjunto alemán tienen claro que el Atlético, por la tradición y el oficio, parte como favorito pero su entrenador, Julian Nagelsmann, está convencido de que el duelo a partido único favorece a su equipo.
La baja de Timo Werner, el máximo goleador de la historia del club en la Bundesliga que ya está en la disciplina del Chelsea, sin duda provoca un vacío en el equipo. Sin embargo, también es cierto que un rival como el Atlético no le venía bien al tipo de juego de Werner, que necesita espacios para explotar su velocidad.
Sin él, Nagelsmann tendrá que optar entre el checo Patrick Schick o el danés Yousuf Poulsen para la punta de ataque. Schick parece llevar ventaja.
En la Liga de Campeones el jugador más valioso del Leipzig ha sido el centrocampista austríaco Marcel Sabitzer, por sus goles y sus asistencias, que fueron claves en octavos de final para eliminar al Tottenham, al que doblegó por un global de 4-0, por el 0-1 de la ida y por el 3-0 de la vuelta. Una advertencia para el Atlético.
- Alineaciones probables:
Atlético de Madrid: Oblak; Trippier o Arias, Savic, Giménez, Lodi; Koke, Herrera, Saúl, Carrasco; Llorente, Diego Costa.
Leipzig: Gulacsi; Klostermann, Upamecano, Halsterberg; Kampl, Dani Olmo; Mukiele, Laimer, Sabitzer, Angeliño; Schick.
Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia).
Estadio: José Alvalade.
Hora: 15.00.
Transmiten: Fox Sports y ESPN 2.