Finalista en la edición de 2016, cuando cayó ante la estadounidense Serena Williams, Kerber, de 30 años, espera ahora el resultado de la otra semifinal entre Serena y la alemana Julia Goerges para saber con quién disputará el título este sábado.
Será la cuarta final del Grand Slam que disputa Kerber, después de obtener el título en el Abierto de Australia y Abierto de Estados Unidos, ambas hace dos años y la mencionada de Wimbledon.
Ostapenko, campeona de Roland Garros el año pasado, se había convertido en la primera tenista letona en lograr las semifinales en el All England Club, donde había llegado sin ceder un solo set, y concediendo el menor número de juegos de las cuatro últimas aspirantes al título (32). También era la más joven de las cuatro tras cumplir 21 años el pasado mes.
Le letona, que fue dirigida hasta el año pasado por la actual capitana del equipo español de Copa Federación, Anabel Medina disputó a Kerber la plaza de la final fiel a su estilo, golpeándolo todo, sin temor al fallo y disparando de derecha y de revés, pero con poco tino para acabar con 36 errores no forzados, por solo 7 de la teutona.
En su tercera semifinal de Wimbledon y séptima del Grand Slam, Kerber acertó a romper el servicio de Jelena en el séptimo juego (4-3) y de nuevo en el noveno (6-3) para ganar siete consecutivos, gracias a la cascada de errores no forzados de la jovencita de Riga, que lejos de hundirse siguió manteniendo su arriesgado esquema de juego.
La germana, que junto a Goerges, han hecho que la bandera de este país luzca en semifinales de Wimbledon con dos de sus representantes, por primera vez en 87 años, con Cilly Aussem y Hilde Krahwinkel, y desde que en 1993, en Roland Garros, con Stefi Graf y y Anke Huber en el Grand Slam, activó sus piernas, y mantuvo la serenidad. Luego, su experiencia hizo el resto.
Ostapenko ganó el cuarto juego del segundo set (3-1) y el séptimo (5-2) cuando acertó a quebrar a Kerber por primera vez. Incluso se hizo con uno más a continuación. Pero ya era tarde para reaccionar porque la germana no concedió más oportunidades y la machacó con su efectividad.
Ahora luchará por su tercera corona del Grand Slam y el duodécimo título de su historial, segundo este año después del logrado en Sidney, y tendrá ocasión de desquitarse de la amarga derrota que sufrió en las semifinales del Abierto de Australia, cuando cedió ante la rumana Simona Halep en tres sets, después de tener dos bolas de partido.
Ya tiene Kerber asegurado el puesto siete o el ocho del mundo (dependiendo de lo que haga Goerges a continuación) y puede alcanzar el cuarto, si gana el título el sábado.
“Estoy muy feliz y orgullosa”, dijo Kerber nada más acabar, “estos son los partidos que soñamos ganar desde niña, ahora quiero disputar la final de la misma forma en la que he ganado los anteriores. Lo que más deseo ahora es salir y ganar ese partido”, comentó la germana. EFE.