“Es muy satisfactorio”, declaró Jérôme Valcke, aunque no por eso dejó de recordar que las obras deberían haber concluido en diciembre pasado, como pretendía la FIFA.
“No todo en la vida sale como deseamos, por lo que, cuando faltan 100 días para el inicio del Mundial, no es momento de lamentar eso”, dijo en una rueda de prensa posterior a la visita al estadio, en el que llegó a jugar con un balón para comprobar el estado de césped.
Valcke fue consultado sobre la decisión que la FIFA se apresta a tomar respecto al estadio de Curitiba, el más atrasado de las doce que serán utilizados en el Mundial.
Sin embargo, dijo que sólo estará en condiciones de responder el martes, cuando vencerá el plazo que la FIFA le dio a las autoridades de esa ciudad para demostrar que las obras avanzan a un ritmo adecuado, pues de otro modo pudiera ser excluida del evento.
Valcke también declinó pronunciarse sobre un endurecimiento de las penas contra aquellas personas que participen en manifestaciones y protestas, incluso durante el Mundial, contemplado en un proyecto de ley que el Gobierno brasileño enviará al Congreso en los próximos días. “La FIFA no se mete en asuntos políticos y sólo se preocupa con la organización del Mundial”, indicó.
Tras su visita a Manaos, Valcke partió hacia Brasilia, donde este lunes hará una visita al estadio de la ciudad, que está totalmente concluido y ya fue utilizado en la Copa Confederaciones, aunque aún están pendientes algunas obras en su exterior.
Posteriormente, viajará hacia Porto Alegre, donde la FIFA tiene otro dolor de cabeza por disputas financieras entre las autoridades locales y el club Internacional, propietario del estadio Beira-Río, que será utilizado durante el Mundial.
El problema radica en el pago de unas estructuras temporales que deberán ser instaladas para el Mundial en el Beira-Río y, según dijo este viernes el presidente del Inter, Giovanni Luigi, si ese asunto no se soluciona “existe el riesgo” de que Porto Alegre sea excluida del grupo de doce sedes.
El Inter sostiene que los 30 millones de reales (12,5 millones de dólares) que costarán esas estructuras deben ser cancelados por las autoridades de Porto Alegre, que a su vez alegan que una cláusula contractual establece que eso es responsabilidad del club.
“Estamos cediendo el estadio, un gimnasio, un centro de eventos y los estacionamientos” sin recibir nada a cambio, alegó Luigi, quien aseguró que el Inter no pagará por esas estructuras provisionales, que incluyen el centro de prensa, generadores eléctricos y otros equipos exigidos por la FIFA. EFE