¿Por qué el fútbol? Es la pregunta que muchos se hacen buscando encontrar una respuesta a semejante fenómeno mundial que con sus sombras y luces guarda en su esencia los más primitivo del ser humano.
Ese deporte que sin duda alguna es mucho más que 22 personas corriendo por hacerse con un esférico de cuero sintético y que conmueve a nobles y testarudos desde las gradas o la comodidad del sofá de sus hogares.
Esa supuesta disputa que rompe con todos los esquemas establecidos por los pigmentos que ayornan las camisetas cuando suceden cosas como lo de la tragedia de Antioquía, o cuando en un enorme gesto de dignidad el rival se rinde ante la posibilidad de ser campeón para pasar a ser leyenda.
¿Por qué el fútbol? Sencillamente porque como diría un tal Martín Caparrós: DIOS ES REDONDO.