El uruguayo Eugenio Figueredo se convirtió este martes en el mandamás del fútbol sudamericano luego de varias décadas de paciencia, perseverancia, habilidad y tras surgir como directivo del humilde y ahora desaparecido Huracán Buceo de Montevideo.
Los presidentes de las federaciones y asociaciones continentales le dieron este martes en Asunción su respaldo al uruguayo, pese a tener algunos de ellos viejas discrepancias y rencillas con el veterano y menudo directivo.
Figueredo, de 81 años, se caracteriza por su habilidad para las negociaciones, su carácter férreo y su fuerte temperamento, por el que era temido en los pasillos de la Conmebol, donde entró por primera vez como vicepresidente en el año 1993.
Próximo al poderoso bloque formado por Argentina y Brasil que rige los designios del fútbol sudamericano, Figueredo fue presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) entre 1996 y 2006, un período oscuro para el orgulloso fútbol uruguayo, que solo clasificó para el Mundial de Japón y Corea 2002 y en el que tuvo una penosa actuación.
Este vendedor de autos, que creció entre las autoridades del fútbol uruguayo usando las habilidades del oficio, o como él mismo expresó en alguna ocasión “repartiendo tarjetas de visita”, entró en el mundo del deporte en su humilde Huracán Buceo.
Allí se desempeñó como lateral derecho en sus tiempos de jugador y luego pasó a ser delegado del club, del que ocupó la presidencia en dos períodos (1971-72 y 1976-77), uno de los momentos de mayor brillo del club en la primera categoría del fútbol uruguayo.
En el año 1991 el Huracán entró en un período de crisis debido a las deudas acumuladas, y pese a llegar de nuevo a primera y jugar incluso la Copa Conmebol en 1998, a partir del año 2000 entró de nuevo en una espiral de deuda que lo llevó a desaparecer como equipo de fútbol.
De este período, con Figueredo ya en la dirección de la AUF, existen denuncias de trato de favor al equipo por parte de las autoridades federativas, que intentaron achicar su deuda para evitar su desaparición, sin que finalmente tuvieran éxito.
Durante su gestión en la AUF también fueron recurrentes las acusaciones de manejar la federación como un club de amigos, eligiendo cargos a dedo y permitiendo la vulneración de los reglamentos a su conveniencia.
Otra acusación fue la de haber otorgado los derechos televisivos del fútbol uruguayo a una empresa pese a que su oferta era menor que la de un grupo rival, decisión que fue mantenida por los “favores” que se debían en el seno de la AUF.
En 2006, tras el fiasco de la no clasificación al Mundial de Alemania y después de que el Gobierno uruguayo del recientemente electo Frente Amplio expresara directamente su deseo de que no siguiera en el cargo, Figueredo dio un paso al costado de su puesto en la AUF.
Aún así, debido a sus contactos y su conocimiento del fútbol de la región, el ahora máximo dirigente de la Conmebol se mantuvo como vicepresidente de la organización internacional pese a no ostentar ningún cargo en su país de origen.
Por su desempeño en dicho cargo sus compatriotas le acusan de no haber hecho mucho por ayudar al deporte local y dejar que Argentina y Brasil tengan el mayor peso a la hora de hablar por el fútbol de la región.
Figueredo accede al cargo tras la renuncia de Nicolás Leoz al frente del organismo, tal y como señala el estatuto de la Confederación y permanecerá en el cargo como mínimo hasta 2015, con la posibilidad de que su mandato se alargue hasta 2016.
El uruguayo será de este modo el tercero de su país en presidir el fútbol sudamericano tras Héctor Rivadavia en 1916, fecha de fundación del organismo, y Fermín Sorhueta entre 1959 y 1961. EFE