Por Rodolfo Areco - @RodyAreco.
El fútbol es fiesta, alegría y salud. El espíritu de este deporte llama a la superación personal y el logro de sus más caros anhelo por medio de la sana competencia. Aparte, el fútbol es un espectáculo, un show donde varios actores intervienen para el disfrute de un público espectador, que solo o acompañado, acude al escenario deportivo para vivir buenos momentos y encender su pasión.
Sin embargo, en los últimos años, el fútbol comenzó decaer en su vitalidad y color. Ya no presenta las típicas postales de graderías repletas, de familias acudiendo en masa para compartir un buen encuentro.
Hoy, en lugar de esas personas tenemos “el aliento incondicional y trapos”. Se llaman así mismo barras: hinchas de fútbol, fanáticos, amantes de su club y su pasión. Llevan su canto y sus colores a cualquier parte y al llegar son recibidos por el murmullo y el desánimo de los allí presente.
Como aquel vecino indeseable, llegan con su característica prepotencia, y, como un “acto de demostración de fuerza”, buscan eliminar todo símbolo que tenga que ver con su rival de turno. ¿Qué cosa tonta, no?
Ese cáncer llamado “barras bravas”, cuya velocidad de expansión, voracidad y perjuicio mata la diversión del fin de semana.
Cada fecha se agrupan para dar una estocada, para delinquir y destruir el deporte que amamos. No van a alentar, no van a ver los partidos, no son tontos. Son violentos, no tienen rostros, son crueles, insanos y matan al fútbol.
¿Qué aportan estos barras? ¿A dónde queremos llegar? ¿Qué es lo que queremos para nuestro fútbol? ¿Qué debemos esperar para comenzar a tomar medidas?
El fútbol padece de violencia, una tonta violencia, pero mortal en muchos casos. Llegar a los extremos de lastimar a otro, por el simple hecho “de no ser de mi club”, es apenas una muestra de gran absurdo que merece castigo. Nada justifica la violencia.
Hace unos días se disputó el encuentro Olimpia-Newell`s por la Copa Libertadores, tras la finalización del partido los hinchas del equipo rosarino emprendieron el retorno pero en la zona de Mariano Roque Alonso fueron apedreados por aficionados del Olimpia.
Uno de los hinchas fue alcanzado por una piedra, sufrió el hundimiento del cráneo y debió ser intervenido en dos ocasiones. ¡Los violentos festejan su victoria... Un aplauso, un triunfo...! “para que aprendan”, dicen.
Su nombre es David Albornoz, tiene 33 años y una hija de 15 años. Su madre comentó este martes en Fútbol a lo Grande por la 1080 AM que su cuadro es delicado debido a una inflamación del cerebro.
“Estamos en la puerta hospital esperando un nuevo informe médico. Él tuvo que ser intervenido 2 veces, la segunda vez fue más larga, estuvo unas 3 horas y media en el quirófano. Anoche nos dijeron que no se desinflama el cerebro, tuvieron que extraer 3 coágulos. Ahora hay que esperar 48 horas más para ver si se reduce sedación y avanza, y así quizás podamos trasladarlo a Rosario”, manifestó.
{media}
“No pensamos que se iba a agravar. Lo único que hace gastar más son los medicamentos. Es un gasto increíble que ahora ya no está a nuestro alcance. Son unos 2.000 a 3.000 pesos por día y ya no podemos más”, agregó.
David es apenas una victima más, otros ya no pueden dar su aliento, pero los que queremos realmente a este deporte debemos empezar a mirar con otros ojos este tema y pensar en una solución. Estamos a tiempo.