Bien valdría como un requisito para ser dirigente deportivo, que sus máximas autoridades hayan obtenido logros mínimos atléticos en sus currículum de vida; es un parámetro que con algunas excepciones, nos aseguraría que los altos ideales del deporte (disciplina, honestidad, espíritu de equipo) sean sustentados por los dirigentes y que no lo sean por oscuros intereses de bastardas ambiciones.
Tenemos el feliz ejemplo de nuestro atleta del bicentenario, Víctor Pecci, ministro de la Secretaría Nacional de Deportes (SND), quien eleva en su actuar a esa institución del Estado. Este mismo insufla millonarias sumas para el deporte a través del Comité Olímpico Paraguayo (COP), el cual da sombra funesta y cobija a varias federaciones que no podrían demostrar coherencia ética y menos gestión eficaz de sus funciones.
El último caso –pero no el único– es el de la Confederación Paraguaya de Taekwondo WTF, la cual fue suspendida por la SND, y denunciada ante la Fiscalía General del Estado y la Procuraduría por hechos punibles contra el patrimonio del Estado y, a posterioridad inhabilitó a su presidente y secretario. Sin embargo, pese a ello, el COP mantuvo por tiempo considerable a su presidente como miembro del comité ejecutivo de esa institución. No solo ello, también autorizaron a una delegación de la Confederación Paraguaya Taekwondo WTF a participar en el Mundial de Taekwondo, en donde la atleta representante de nuestro país fue derrotada en amplia diferencia y el árbitro se vio obligado a interrumpir la pelea por seguridad ante tanta diferencia existente del rendimiento deportivo entre la canadiense y la compatriota.
Esta clase de actuaciones denota la falta total de principios deportivos para la selección de atletas portadores de la bandera tricolor, situación que genera frustración a los propios participantes y, al mismo tiempo, a deportistas que luchan día a día por alcanzar el desarrollo y mejorar el nivel de competencia en marcadores internacionales.
El Estado paraguayo aporta anualmente enormes sumas de dinero al deporte a través del COP, pero esta institución, sin embargo, no tiene la delicadeza de apoyar los mandatos de la matriz de deportes del país, dejando en evidencia la falta hacia los principios que rigen el deporte. Y así a ello sumamos que en abierta insubordinación a la SND envían una delegación a competir internacionalmente ya estamos observando una afrenta ilegal mayor.
El asesor legal del COP, Gerardo Acosta, no podría desconocer las implicaciones de este actuar. Conclusión, nos encontramos ante un caso de abierta rebeldía al máximo órgano deportivo del país. Dos aspiraciones fundamentales deben abrazar los buenos dirigentes. La primera es el espíritu de servicio como su mejor causa y, la segunda y no menos importante; es una conducta clara de sujeción a las leyes y reglamentaciones vigentes. Claro está, según se observa, que no se advierte esto en el campo directriz del deporte olímpico.
Los atletas no surgen y florecen por generación espontánea. Son el producto de largos años de aprendizaje y disciplina con las mejores infraestructuras, todo esto encaminado a través de una dirigencia deportiva idónea para el desarrollo de cada disciplina, por lo cual cuando las elecciones de estos atletas para torneos internacionales están viciadas por intereses bastardos en complacer a dirigentes sumisos, se mata la misma esencia de aptitud que rige al deporte.
Existen muchas federaciones que cumplen su rol de proyectar a su deporte y país a mejores sitiales en el contexto internacional. Estas trabajan calladas en sus funciones naturales y no dependen de apoyar al presidente de la institución matriz para subsistir. Hacemos votos para que los dirigentes ruines busquen otros escenarios acordes con sus fines y no manchen los mejores ideales del olimpismo.