El Real Madrid ha pasado en pocos meses de la fiesta por el trigésimo segundo título liguero a la depresión y la polémica en la que se encuentra sumido al final del 2012 por encontrarse a dieciséis puntos del FC Barcelona.
Cuando aún resuena la celebración de la Liga 2011-12, la culminación de una temporada para el recuerdo, la situación ha dado un giro absoluto y, antes de llegarse al ecuador de la campaña 2012-13 la lucha por defender el título es prácticamente una utopía.
El técnico portugués José Mourinho cumplió uno de los objetivos por el que fue fichado. Frenó la hegemonía del mejor Barça de la historia en el fútbol español y añadió una muesca a su extenso palmarés como entrenador.
Le arrebató al Barcelona la corona liguera y para ello, con Cristiano Ronaldo como estandarte ofensivo, tuvo que alcanzar cifras de récord: 100 puntos y 121 goles en 38 jornadas.
El éxito en la competición doméstica solapó la decepción de haber cedido en la tanda de penaltis ante el Bayern Múnich en la semifinal de la Liga de Campeones. El cuadro bávaro, en el templo del Santiago Bernabéu, le había alejado de la anhelada ‘Décima’.
El título de Liga fue el premio y el reflejo a un equipo que encandiló por momentos pero que, sobre todo, mostró una tremenda pegada.
Nueve puntos de ventaja separaron finalmente al conjunto de Mourinho del equipo de Josep Guardiola, y para continuar la fiesta de los madridistas, el 29 de agosto consiguieron la Supercopa española ante el Barcelona de Tito Vilanova tras ganar en la vuelta en el Bernabéu por 2-1.
Cuatro meses después, sin alcanzar aún la mitad de la temporada, el panorama en la Casa Blanca es otro bien distinto porque el inicio del curso liguero ha sumido al equipo casi en la depresión, instalado a dieciséis puntos del Barcelona y a siete del Atlético de Madrid, y con Mourinho en el disparadero mediático, sobre todo tras dejar en el banquillo a Iker Casillas en La Rosaleda en el último encuentro.
Las sensaciones, aunque aún quedan por delante la Copa del Rey (debe disputar la vuelta de octavos ante el Celta y remontar un 2-1 adverso) y la Liga de Campeones (se medirá al Manchester United en octavos), son negativas.
El tercer año de la ‘era Mou’ comenzó y sigue convulso, con ‘terremotos’ internos y la Liga perdida antes de Navidad. Mourinho asegura que no va a dimitir ni teme por su puesto.
En La Rosaleda admitió que el fútbol no tiene memoria, ni los títulos ganados. Aseguró que se iría si sintiese que sus pupilos no le quieren.
Para justificar tantos tropiezos, se refirió a la mala fortuna. Está claro que este Real Madrid, por juego y acierto, dista un mundo del que se proclamó campeón hace menos de medio año. Para colmo, la situación fuera del campo, la paz que reclamó el presidente, Florentino Pérez, para huir de la tensión, no solo no ayuda, sino que complica notablemente el presente y el futuro inmediato.
El Real Madrid ha perdido ya en Liga 18 puntos, cuando en toda la campaña pasada cedió catorce. Pasó a octavos de la ‘Champions’ como segundo de grupo tras el Borussia Dortmund y en la Copa está obligado a remontar ante el Celta.
Sin el fútbol y la eficacia suficientes, con Mourinho en el disparadero, El Real Madrid está obligado a recomponerse tras las vacaciones navideñas y echar mano del orgullo para al menos entrar en la pugna por el segundo puesto liguero, progresar en Copa y mantener vivo el anhelo de la ‘Décima’, por otra parte el gran objetivo del club para esta temporada.
Le espera el líder inglés, el Manchester United, y su ‘Teatro de los Sueños’. La anterior casa de Cristiano Ronaldo. Donde han escrito páginas brillantes grandes referencias del club como Fernando Redondo, Ronaldo Nazario y compañía. Pero para entonces las cosas deben cambiar notablemente. EFE