Cerro Porteño es por antonomasia el club del pueblo y tal afirmación no será una mera locución de línea de periódico digital. Si se nos permite, a las visibles pruebas diarias nos remitimos y con esto damos paso al nuevo logro de la entidad que semana tras semana viste de azul y rojo cada comunidad del Paraguay, cada rincón del país.
O al menos eso se hizo sentir, una vez más, desde tempranas horas en las inmediaciones del Barrio Obrero, cuando a lo largo de la Avenida Rodríguez de Francia, las medias calzadas a la altura de las calles Estados Unidos, Brasil y hasta Paraguarí se encontraban copadas por buses llegados de todas partes.
Situación que se complementó cuando Eber Aquino dio rienda suelta a la alegría con el pitazo inicial, pese a que la visita tomó la iniciativa y se adelantó en el marcador a los 10', por obra y gracia de Javier Toledo. Un minuto antes, Diego Churín tuvo el primero del partido, pero malogró y la réplica se mostró inmediata.
El tanto de Toledo golpeó duro a las expectativas y la algarabía tribunera conoció un momento importante de nerviosismo, sin embargo los dirigidos por Leonel Álvarez supieron remarla de atrás y en base a reiterados centros al área igualaron las cosas.
Fue sobre los 26', tiempo en que el argentino Churín tendría su revancha individual y como acostumbra: no la desaprovecharía.
Inserto en su zona de confort, el delantero fue más que toda la contención rival y alto arriba conectó un envión de Fabián Franco para establecer la paridad e intentar encaminar la historia hacía el título número 32 de la institución cuya camiseta viste con la idolatría conquistada a base de trabajo y goles (10 en la presente temporada).
No obstante Sol de América, que no bajó la guardia, haciéndose incluso levemente superior en el epílogo de la etapa inicial, volvería a golpear.
El reloj en la muñeca derecha del juez marcaba los 47' y un tiro lateral de Velázquez, asistido por la paradójica buena voluntad del mismo Leonel, habilitó a Vargas. Éste levantó para Pablo Zeballos que bajó bien y dejó el arco a disposición en pos del segundo y doblete a la cuenta personal de Toledo (1-2).
Amargo trago proporcionado por el cuadro de Héctor Marecos, que con la victoria parcial se convertía en el primero en hacerse con los tres puntos en La Nueva Olla. Mas las ganas quedaron en el intento, puesto que que sobre los 60' el estratega colombiano mando al campo, en reemplazo de Josué Colmán, a Jorge Rojas.
Por entonces, nadie podía pensar que en la cabeza de Rojas estaría el punto que consagraría a Cerro, pero así fue y hasta con un gran dejo de fortuna, el veloz centrocampista igualó el score a los 67', situación que desató la desmesurada locura y el respectivo carnaval en las gradas que ahora sí se idealizaban levantando el anhelado trofeo del segundo semestre del año.
A la vista, la paridad esfumó la tensión que se vivía en cancha y 13' después, el Ciclón encontraría su merecido premio. Fue a través de una falta penal concedida por Aquino, cuya sanción quedó en lo pies de Churín, quien con sobriedad superó la estirada al palo derecho de Ortiz y encendió el cántico de clamor folclórico por “dar la vuelta este año en la Olla Azulgrana”.
Una hermosa certeza que finalmente corona el trabajo de un plantel de jugadores y distintos profesionales de todas las áreas que también lo componen, así como de una dirigencia que hizo méritos para que el crecimiento del deporte nacional marque otro récord en la fecha y más de 44.000 personas asistan a semejante espectáculo de nivel superlativo en la ciudad de Asunción.