Ha pasado un año desde que Carlos Alcaraz conectara un resto ganador para llevarse el segundo set de la final con Novak Djokovic. Un año desde que decidió que, con 0-15 y sacando para campeonato, la mejor opción era tirar una dejada a uno de los hombres más rápidos y elásticos del mundo. Un año desde que un golpe a la red del serbio dio a Carlos Alcaraz su primer Wimbledon.
“Es impresionante lo que ha conseguido a su edad”, valoró Djokovic, que alabó al español y dijo que es “el mejor de la historia con 21 años”.
Aquella victoria, la más importante de la carrera de Alcaraz, por rival y situación, fue la última del murciano ante Djokovic. Después llegó la derrota en la final del Masters 1.000 de Cincinnati, en uno de los mejores partidos a tres sets que se recuerdan, y la de las semifinales de las Finales ATP, en las peores condiciones para el español, bajo techo y agotado mental y físicamente tras todo el año de competición.
El español ya no es un ‘outsider’, ha pasado de ser la sorpresa el año pasado a ser favorito este. En parte por su condición de vigente campeón y de reciente ganador en Roland Garros y también por los problemas de Djokovic en la rodilla. El serbio se dañó el menisco en los octavos de final de Roland Garros y se operó el pasado 5 de junio en la capital parisina.
Llevó a cabo una rehabilitación y una recuperación en tiempo récord, “no quiero lidiar con perderme Wimbledon”, dijo a su llegada al All England Club, y tres semanas después de probarse en los entrenamientos está listo para su décima final en la Catedral, la número 37 en el total de los Grand Slams.
“Probablemente hayan sido los seis primeros meses de año más flojos que he tenido”, admitió Djokovic, que no vence a un ‘top ten’ desde la final de Turín ante Jannik Sinner en noviembre del año pasado.
El serbio acabó 2023 advirtiendo que quería ganar los cuatro Grand Slams en un mismo año, como solo ha hecho Rod Laver en hombres en la Era Abierta, pero la de este domingo será su primera final del año. Wimbledon, como en tantas otras veces, sirve de impulso para Djokovic.
“Wimbledon extrae lo mejor de mí y me motiva a jugar lo mejor que pueda. Es lo que pasó en 2018, cuando a principios de año me sometí a una operación de codo y salí fuera de los veinte mejores, perdiendo en octavos de Australia, en cuartos de Roland Garros y sin jugar el tenis que quería. Entonces gané Wimbledon y luego el US Open y me convertí en número uno”, reveló el serbio.
Tendrá la oportunidad no solo de vengar lo ocurrido en 2023, sino que también podría igualar los ocho Wimbledon de Roger Federer, el hombre que más tiene en la historia, y aumentaría la barrera de los Grand Slams hasta los 25, uno más que Margaret Court, que anotó 24 a caballo entre la Era Amateur y la Era Abierta.
Para Alcaraz puede ser la consecución del ‘Channel Slam’, ganar Roland Garros y Wimbledon, algo que solo han logrado cinco hombres en la historia: Rod Laver (1969), Bjorn Borg (1978, 1979, y 1980), Rafael Nadal (2008 y 2010), Roger Federer (2009) y Novak Djokovic (2021).
“La gente tiene que saber que esto algo tremendamente difícil”, explicó Juan Carlos Ferrero. “Por eso existe tanta admiración hacia Rafa, Novak, Roger, por todo lo que han hecho tantísimos años. Nosotros ahora lo estamos viviendo en nuestras pieles y es algo sorprendente incluso para el equipo, sabiendo nosotros mejor que nadie lo difícil que es”.
“Veo muchas similitudes entre él y yo”, aseveró Djokovic. “En cómo nos adaptamos y ajustamos a la superficie. Es una de sus mejores cualidades, puede jugar igual de bien en cualquier pista y adaptarse a cualquier rival. Va a ganar muchos Grand Slams en su carrera, pero espero llevarme yo este. Después de eso, le animaré". EFE