“No voy a decir lo que he escrito, si no, no se cumplirá", respondió con humor el presidente del club azulgrana, Sandro Rosell, al ser consultado por Efe sobre si la Liga de Campeones estaba entre sus peticiones.
Uno tras otro, en grupos de dos a tres, los jugadores escribieron sus deseos en papelitos y los fueron introduciendo en las rendijas entre las grandes piedras, algunos, como Mascherano y Alexis, con casi medio brazo dentro de una gran grieta para meterlos lo más profundo posible.
La visita al que es el lugar más sagrado para el judaísmo comenzó a media mañana bajo considerables medidas de seguridad, destinadas sobre todo a impedir una avalancha de aficionados sobre las estrellas del Barça, el equipo que cuenta con más seguidores entre israelíes y palestinos.
Con la cabeza cubierta con una kipá (solideo judío) blanca, como prescribe la tradición del lugar, la delegación azulgrana fue recibida por el rabino del Muro de las Lamentaciones, Shmuel Rabinovich, quien confesó a los medios que “hasta el día de hoy no sabía nada ni del equipo ni de sus estrellas”.
“Pero sólo se me puede echar la culpa a mí y al estilo de vida que llevo”, reconoció sobre el aislamiento en el que suelen vivir los ultraortodoxos judíos.
Una multitud de curiosos, entre ellos no pocos ortodoxos, corearon los nombres de los jugadores más famosos, con especial ahínco el de Messi que iba escoltado en todo momento por dos agentes de seguridad.
Antes de tomarse la foto de familia con el muro a sus espaldas, Uzi Landau, ministro de Turismo, hizo entrega a Rosell de un certificado de “embajador de buena voluntad de Israel”, mientras que el alcalde de la ciudad, Nir Barkat, se congratuló de que un equipo como el Barça se pasara por “el que es el lugar más importante del pueblo judío” y elogió esa muestra de respeto.
Una hora después, la delegación participó en un acto en la residencia oficial del presidente israelí, Simón Peres, en el que se firmó una “declaración por la tolerancia” que formará parte del programa educativo en todos los colegios israelíes a partir del próximo año lectivo.
Bajo el lema de “El otro soy yo”, la campaña ha sido lanzada en coincidencia con la visita del Barcelona, que trata de fomentar con ella los valores de paz y convivencia en la zona.
“Nuestra contribución es una gota de agua en un océano, pero haremos lo que podamos para que la paz sea una realidad”, aseguró Rosell en un breve discurso ante Peres, el primer ministro Benjamín Netanyahu y los ministros de Educación, Cultura y Deporte, y Turismo.
Y, al igual que hizo ayer durante su visita al territorio palestino, Rosell reiteró su alegría por el que la llegada de su equipo haya estado precedida por la reactivación hace unos días de las negociaciones de paz.
“Palestina e Israel tienen en común al Barça”, afirmó, y deseó que las conversaciones “concluyan de la mejor manera”.
El Barcelona se desplazó a primera hora de la tarde a Tel Aviv para un encuentro con un grupo de niños enfermos de cáncer y, más tarde, celebrará un entrenamiento (clinic) con menores en el estadio Bloomfield de la ciudad, último acto de su Tour de la Paz. EFE